Un experimento con Inteligencia Artificial

El experimento con Inteligencia Artificial que muestra cómo en 30 minutos se pueden hacer tareas que llevarían meses.

Ethan Mollick es profesor asociado en la Escuela de Negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania, donde enseña temas vinculados con innovación y emprendedurismo.

A Mollick le gusta experimentar con las inteligencias generativas como ChatGPT y tantas otras que están circulando. Hace unos días compartió los resultados de un experimento que hizo utilizando distintas plataformas de ese tipo y que puede impactar en los equipos de trabajo. 

Mollick creó una empresa para vender y promocionar un juego de rol para enseñar liderazgo y habilidades de equipo. En apenas 30 minutos logró crear una marca, desarrollar una página web, un video promocional y una campaña publicitaria en redes sociales.

Para alcanzar su objetivo utilizó varias herramientas de inteligencia artificial generativa: ChatGPT-4, MidJourney, ElevenLabs y D-iD. En un artículo publicado en su blog, Mollick describe cómo usó estos programas para llevar adelante su proyecto.

Bing generó aproximadamente 9.200 palabras de texto y un par de imágenes, GPT-4 produjo un archivo HTML y CSS funcional; en tanto que MidJourney creó 12 imágenes y ElevenLabs, un archivo de voz y DiD, una película.

Todo esto se logró con 20 entradas o prompts a todos los sistemas. En apenas 30 minutos logró que esas plataformas de inteligencia artificial (IA) hicieran un trabajo que un equipo de especialistas en marketing, programación y redes sociales hubiera tardado varios días en realizar.

¿A qué conclusión nos permite llegar esto? Mollick reconoce que hay muchas dudas y pocas certezas, pero trata de mantener una mirada positiva.

«Históricamente, este tipo de disrupciones conducen a problemas de empleo a corto plazo y al crecimiento del trabajo a largo plazo.

Con suerte, estaremos en un futuro en el que hagamos un trabajo menos aburrido, descargando las tareas molestas e insatisfactorias, para que podamos concentrarnos en el trabajo más creativo y generativo que nos gusta hacer», concluye.

¿El cambio afectará a todo tipo de trabajo?

Cabe preguntarse si esta transformación impactará en todos los casos por igual o si dependerá del tipo de empleo. Probablemente se pueda usar estas herramientas para reemplazar tareas mecánicas que facilitarán el trabajo de personas con formación y habilidades más elevadas.

Pero también absorbe por completo las actividades mecánicas. ¿Qué pasa con aquellas personas cuya única labor era copiar textos o editar videos de manera mecánica?

«Tanto las posturas alarmistas como las que sostienen que el avance de la IA no va a afectar a los puestos de trabajo requieren matices que se vinculan con dos variables.

Una vinculada al tipo de tarea y a las habilidades subyacentes respecto de las tareas dentro de un trabajo. Y la otra variable tiene que ver con las posibilidades de aplicación de inteligencia artificial como ChatGPT, así como otras IA generativas y automatización en concreto en cada caso teniendo en cuenta las variantes en cada región.

En Latinoamérica, como en muchos otros casos, la adopción de estas herramientas va a estar condicionado por factores culturales, sociales, gremiales, e incluso vinculadas al conocimiento que se tiene sobre esas tecnologías», analiza Juan Corvalán, Master en Inteligencia Artificial y director del Laboratorio de Innovación e Inteligencia Artificial, de la Facultad de Derecho en la Universidad de Buenos Aires.

Otro experimento de Mollick

El objetivo de Mollick es analizar hasta dónde se puede llegar con el uso de estas herramientas y qué impacto tienen tanto en el ámbito educativo como laboral. De ahí que con frecuencia realice diferentes pruebas que comparte en su blog, así como la mencionada anteriormente.

Pero no es la única ni aparentemente la última que hará, en su afán por conocer un poco más sobre el avance de la IA. Hace un tiempo, por ejemplo, les pidió a sus alumnos que usaran el ChatGPT para escribir sus ensayos. El resultado fue en su mayoría mediocre. Tomó esta oportunidad para enseñarles a los estudiantes cómo debían interactuar con la herramienta.

Como explicó en aquel entonces, conseguir que una IA produzca contenidos significativos requiere tanto experiencia en el tema como habilidad para pedirle lo que se desea obtener.

Hay un refrán que dice: «si no puedes con tus enemigos, únete a ellos». De alguna manera esta actitud puede interpretarse así, aunque, a decir verdad, Mollick no considera que la inteligencia artificial sea una enemiga. Reconoce el desafío que implica y busca analizar de qué manera es posible vincularse a estos desarrollos de una forma positiva.

Como escribió en un tuit publicado en aquel entonces (seguido de un link a un artículo donde expone su visión): «Dado que no puedes vencer a ChatGPT, es posible que desees unirte. Escribí sobre la creación de políticas de IA en clase y por qué hice que la IA fuera obligatoria en mis clases».

Corvalán ha escrito ya varios libros sobre esta colaboración que se empieza a dar entre humanos y bots con el objetivo de aumentar la eficiencia en la realización de ciertas tareas.

«Ese coworking puede ser muy beneficioso para múltiples tareas, en diferentes trabajos y actividades, aunque hay que considerar muy especialmente a las personas vulnerables para que no queden afuera. En ese contexto el rol de la persona asistida por un algoritmo de IA pasa a ser la de un editor calificado -en la medida en que sea un trabajador que tiene una cierta preparación- que debe analizar sesgos, incoherencias y otras cuestiones», resume el autor de «Inteligencia artificial y trabajo», libro publicado junto con Luis Cevasco y Enzo María Le Fevre Cervini.

En línea con esta idea, Adrián Silisque, CTO de Stenox Analytics, subraya el concepto de transformación del empleo que se está viviendo en el marco de esta revolución de las máquinas.

«Hay un déficit enorme de buenos profesionales en el área de IA, y esta es la razón por la que estos expertos están tan bien cotizados. También hay y habrá lugar para habilidades como la innovación. La IA es una herramienta, tal como lo es un martillo. El factor humano siempre va a estar presente y solo se trata de definir cómo usamos estas nuevas herramientas.

Aquellos profesionales (artistas, médicos, periodistas, asesores, etc.) que ahonden sus conocimientos en el uso de herramientas de IA (no en su desarrollo, sino en el uso) verán aumentada su productividad y por lo tanto podrán aspirar a mejores empleos, mejores condiciones, mejores salarios», concluye.

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