Entre diciembre de 2021 y marzo de este año, los incendios cubrieron más de un millón de hectáreas correntinas. Al menos 840.000 estaban dentro del ecosistema Iberá. Ahora, la reserva natural se está recuperando.
A cinco meses de los incendios que cubrieron más de la mitad de su superficie, los Esteros del Iberá evidencian una recuperación basada, según los especialistas, en su propia resiliencia, un término que encierra miles de años y adaptación a crisis que se pueden repetir, explican.
Entre diciembre de 2021 y marzo de este año, los focos de incendios rurales cubrieron más de un millón de hectáreas de la provincia de Corrientes y al menos 840.000 estaban dentro del ecosistema Iberá.
La reserva natural, un destino turístico en auge, pero sobre todo un santuario de humedales que es hábitat para especies vegetales y animales en recuperación tras la extinción, adquirió una fisonomía extraña, ruinosa y especialmente, disparadora de inquietudes profundas sobre su retorno a la normalidad.
En la actualidad los paisajes de la reserva natural recobraron el verde característico.
Sin embargo, en la actualidad los paisajes recobraron el verde característico y nada hace pensar que hace solo cinco meses por esa región central de la provincia el fuego la haya cubierto como una alfombra.
«En diciembre del año pasado dijimos que el Iberá se iba a recuperar en seis meses luego de las lluvias y realmente estuvimos equivocados, porque se recuperaron a los tres meses después de las lluvias de febrero», dice a Télam el doctor en Ciencias Biológicas e investigador principal del Conicet Juan José Neiff, especialista en el manejo de humedales.
Neiff asegura que «los efectos de los incendios fueron sobrevaluados» y que hubo «profetas de catástrofes que llegaron a decir que el Iberá iba a desaparecer», cuando en realidad el propio ecosistema encierra las respuestas para el renacer que sorprende fuera de los límites de la provincia, pero que no es extraño para la zona.
«Venimos haciendo estudios desde las últimas décadas del siglo pasado donde señalamos que los ecosistemas de humedal tienen una alta resiliencia, que es la capacidad de recuperación después de eventos extraordinarios, sean el fuego, inundaciones o períodos de seca», indica el científico.
«Esto –añade- es así porque la vegetación de los humedales y específicamente de los esteros del Iberá se ha originado hace millones de años y esto determina que hayan ocurrido mecanismos de evolución adaptativa, en los cuales fueron seleccionados aquellas plantas y animales que están adecuados a estas perturbaciones extremas».
Su análisis coincide con los que también aportan el director provincial de Parques y Reservas de la provincia, Vicente Fraga, y el intendente del Parque Provincial Iberá, Walter Drews.
«La naturaleza tiene resiliencia, poder de recuperación. Es del Iberá es un gran poder de resiliencia ya que hoy, si mirás, hay áreas en las que ni siquiera parece que hubo fuego o al poco tiempo, al año, ves que la vegetación cumplió su ciclo porque es toda vegetación anual, muere y nace en el año», indica Drews.
«La naturaleza tiene resiliencia, poder de recuperación
“Walter Drews, intendente del Parque Provincial Iberá
Fraga amplía: «No es extraordinario, ya que los esteros tienen recuperación rápida por su humedad y porque se trata de vegetación herbácea que se recupera rápidamente, por lo que dentro de un tiempito estará todo como antes o parecido».
«En el 2001 –explica Neiff- publicamos un trabajo en el cual demostramos que el fuego en los esteros puede ser una perturbación o un disturbio. Perturbación es un evento de crisis que se produce normalmente y el disturbio es un evento de crisis producido por el hombre».
Y profundiza: «Puede ser una perturbación, por ejemplo, en días de mucho calor cuando se encienden fuegos espontáneos en los esteros, en los embalsados más precisamente y tiene que ver con la acumulación de metano que es un gas altamente combustible en los totorales, producido porque el agua de los esteros es anóxica, no tiene oxígeno, con lo cual la materia orgánica al descomponerse genera este gas y sin viento queda retenido entre el totoral, donde las llamas también pueden producirse por el efecto de un rayo de una tormenta».
«Siendo el fuego un fenómeno natural, tanto plantas y animales algún grado de adaptación a ese fenómeno han tenido», subraya el especialista.
«Siendo el fuego un fenómeno natural, tanto plantas y animales algún grado de adaptación a ese fenómeno han tenido«
Juan José Neiff, doctor en Ciencias Biológicas e investigador principal del Conicet
«La adaptación es, en animales, poder migrar, como los que tienen gran capacidad de desplazamiento –aves, mamíferos- y otros, como insectos, se sumergen en charcos del estero y sobreviven, pero cuando se reponen las condiciones naturales reubican sus poblaciones o recuperan el tamaño».
Y la vegetación ante estos fenómenos, «desaparece de la superficie de los esteros por un tiempo, pero cuando vienen las lluvias, a los 15 días comienza a recuperarse a partir de rizomas (tallos sumergidos) o de semillas», precisa.
¿Es posible ponerle un porcentaje a la recuperación? Para los especialistas, no. «No se puede dar una respuesta única y global al fenómeno de la recuperación porque hay elementos que se recuperan más rápidamente que otros, como el caso de la vegetación palustre, que es más herbácea, y es mucho más rápida que la de los bosques que se encuentran en la zonas altas, que demoran más, ya que una recuperación total les puede llevar varios años», dice Neiff.
Y asegura que, aunque el Iberá se está recuperando y lo va a hacer totalmente en algún tiempo, no es adecuado decir que hay un porcentaje, porque cada unidad de paisaje y tipo de vegetación y población de fauna seguramente habrá que estudiar específicamente para conocer una respuesta.
Asimismo, une a los entendidos en la materia la opinión acerca de las posibilidades de que un fenómeno como el del fuego en las dimensiones vistas durante el verano pasado vuelvan a ocurrir.
Según el investigador del Conicet los pastizales del Iberá producen materia herbácea del orden de las 15 a 20 toneladas por hectárea al año, que se convierten en combustible al influjo de una sequía como la conocida y que según los pronósticos, continuará en esta temporada estival.
El coordinador técnico de Parques y Reservas de la Provincia, Fernando Laprovitta, lo sintetiza al responder que «el ambiente de pastizal, que es el que predomina en los sectores altos que son contiguos al área de humedal, tuvo en los últimos tiempos un cambio sustancial de los patrones de uso de suelo, en torno de la carga animal de la ganadería, que reduce sensiblemente los riesgos de incendios».
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