Sergio Massa, entre las urgencias y dudas, arma una semana con anuncios y medidas diarias.
Convocó a los ministros para fijarles un “techo” en las cuentas públicas; el jueves se conocerán los “topes” para el consumo subsidiado del gas y la luz, que se aplicarán por zonas geográficas; todavía no definió a su viceministro.
La noche del miércoles daba paso a la madrugada del jueves cuando Guillermo Michel, titular de la Aduana y uno de los principales asesores económicos del ministro de Economía, Sergio Massa, apoyó la cabeza contra la almohada. Eran las 2 de la mañana, ahí leyó el último mensaje de su jefe con pedidos para ejecutar en las próximas horas. Cuando se levantó, antes de las 7, ya tenía otro texto con nuevas demandas. Velocidad y resultados, Massa sabe que la crisis económica acortó los tiempos y que los 100 días que les pidió a Alberto Fernández y Cristina Kirchner para mostrar resultados se evaporan a la velocidad de la luz.
Una medida por día, ese es el objetivo y la exigencia que les planteó Massa a sus colaboradores. Política o técnica, no hay distinciones en esto, pero siempre dentro de los cuatro ejes que fijó: orden fiscal, superávit comercial, fortalecimiento de reservas y desarrollo con inclusión. Radial en su forma de conducción, Sergio Massa ametralla con mensajes y llamados a su equipo, todavía incompleto.
Para esta semana se prepara para una carrera de obstáculos en la que anunciará y pondrá en marcha varias iniciativas que se terminarán de pulir hoy. Entre estas acciones presentará que la industria pesquera ingresará alrededor de US$ 310 millones, nuevas denuncias penales por operaciones irregulares en importaciones y exportaciones –la Aduana detectó ilícitos por USD 1250 millones–, un bono para jubilados y se pondrá en marcha la unificación de los programas de crédito en una sola línea, que se llamará Crédito Argentino, y que en la primera etapa pondrá a disposición de los sectores productivos, Pymes y comercio $400.000 millones.
Todavía falta la hoja de ruta sobre los dos principales problemas que afectan a la economía, la inflación, que en julio marcará un récord –en el orden del 7 por ciento– y la salida de dólares del Banco Central (BCRA), que cerró la primera semana de agosto con unos US$700 millones menos en sus reservas. El mercado aún aguarda las señales para que el campo se desprenda de los granos y medidas que permitan cambiar el flujo.
En este escenario de fragilidad, Massa tendrá que dar respuesta a los dos interrogantes que aún no logró sortear, quién será su número dos en el Palacio de Hacienda y qué pasará con el área más sensible de su gabinete, Energía, enclave del kirchnerismo duro, sector que por su incidencia en las cuentas públicas es central. Estas decisiones marcarán en gran medida la línea interna y expondrá la nueva correlación de fuerzas dentro del Frente de Todos.
Con la salida de Darío Martínez resuelta, el líder del Frente Renovador negocia con el presidente y la vice el cambio de piezas en el área que controla uno de los principales ductos de salida de dólares. En los primeros cinco meses del año, los subsidios energéticos acumularon un aumento de 130% con relación al mismo período de 2021 y por las compras de energía al exterior se perdieron US$4641 millones.
El ministro de Economía sabe que un “mal cambio” sería un paso en falso en el delicado orden interno en el que ingresó el Frente de Todos tras el terremoto que significó la renuncia de Martín Guzmán. Por eso las demoras, pero por sobre todo la ausencia de nombres para reemplazar a Martínez.
Sergio Massa corre contra el tiempo y contra su pasado. Lo mismo ocurre con sus colaboradores. Eso quedó claro en medio de la desprolijidad que ocurrió con el anuncio y luego la caída en desgracia de Gabriel Rubinstein como viceministro. Los comentarios y tuits contra la expresidenta no pasaron el filtro. Un error de cálculo para Massa quien creyó que la fotografía con Cristina Kirchner actuaba como una suerte de expiación para todos los que lo rodean. Solo sirve para él.
“Es una pésima señal”, describieron fuentes oficiales sobre las demoras en Energía y el affaire con Rubinstein.
Cristina Kirchner sigue con atención cada paso y espera los anticipos. Por ahora, todo es silencio y pragmatismo. La crisis económica sigue su curso y el riesgo está presente. Por eso convalidó el movimiento táctico que significó el desembarcó del tigrense en el gabinete. Es una apuesta final para la vice que ya dejó en claro que el primero de los movimientos estratégicos, ofrecerle la candidatura a presidente a Fernández, fue un error para ella.
En busca de dólares
Otro tema clave es la reestructuración de deuda de corto plazo en pesos que encaró Massa. El ofrecimiento es un traje a medida de los inversores. A cambio de patear los vencimientos nueve meses, el ministro de Economía les garantizó a los bonistas, en su gran mayoría bancos y la Anses, un bono dual que los cubre de la inflación y la devaluación. Los acreedores podrán elegir la mejor opción a la hora de cobrar. Al mercado eso le gusta.
Casi la mitad de la deuda (Lede, Lecer y Boncer) la tiene Anses, en manos de la camporista Fernanda Raverta. El otro gran beneficiario será el Banco Macro, que tiene más del 20 por ciento. Su director, Jorge Brito, también presidente de River, estuvo presente en la asunción de Massa.
En paralelo, Massa está terminando los detalles de lo que será su primer viaje al exterior. Si bien en la conferencia de prensa anticipó que incluiría Estados Unidos, Francia y Qatar, finalmente resolvió que en esta oportunidad solo visitará Washington y Nueva York. En esto trabajan Gustavo Pandiani, Marco Lavagna y Michel, junto al embajador ante Estados Unidos, Jorge Arguello.
En su visita se reunirá con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva. También con autoridades del Tesoro, como Janet Yellen y David Lipton. Massa ya habló y también se verá cara a cara con Mauricio Claver-Carone, titular del BID, desde donde pretende anunciar el desembolso de 500 millones de dólares (préstamo que está preaprobado desde la gestión de Gustavo Beliz) y podría sumar 700 millones adicionales.
En Nueva York, en tanto, el tigrense se reunirá con bancos, inversores y bonistas. A ellos les presentará proyectos de inversión, según adelantaron allegados a Massa.
La convivencia interna
En la Casa Rosada acompañan a distancia. El Presidente decidió darle toda la centralidad a Massa y enfocarse en otra agenda que incluyen recorridas por el conurbano, el interior y visitas a otros países, como el viaje que encabezó este fin de semana a Colombia para participar de la jura de Gustavo Petro.
El plan que expuso Massa es en definitiva el mismo que impulsó Guzmán y que ratificó en su breve interinato Silvina Batakis. “Hay una línea de tiempo que se mantiene. Las metas fiscales son las mismas, hay que bajar los subsidios, ergo hay que aumentar las tarifas. Eso no varió”, explicaron cerca del mandatario, que el viernes compartió una actividad con el ministro.
Si bien las proyecciones que hizo Massa son ambiciosas, en el Palacio de Hacienda y en Balcarce 50 son optimistas. Pese a los magros números, aún consideran que pueden acceder a dejar el déficit en 2,5%, como se acordó con el FMI. Una de las principales razones es el “impuesto inflacionario”. Con alta inflación, como ocurre ahora, aumenta mucho la recaudación. “Vos tenés ingresos muy por arriba de lo que tenías proyectado. Y después tenés que seguir los lineamientos del plan que hizo Batakis”, graficaron fuentes oficiales.
Otra de las ventajas con las que corre el líder del Frente Renovador, según uno de los integrantes del gabinete nacional, es que no pagó el costo del acuerdo con el fondo, lo pagó Guzmán. Y tampoco se tuvo que hacer cargo de la cuenta por el impulso del equilibrio fiscal y la segmentación de tarifas, dos cuentas que abonó Batakis.
Pese a la falta de centralidad, cerca del mandatario todavía creen que Fernández puede aprovechar el momento. “Es el único, aún cagado a palos, que garantiza la unidad. Aun cediendo, no solo funcionarios y amigos, sino también capital político. Es obvio que el protagonismo se lo lleva Massa, pero lo haces consciente sabiendo que es más importante la unidad del frente”, resumió uno de sus principales asesores.
En el razonamiento que realizan en el primer círculo de confianza de Fernández, mientras el Presidente “siga funcionando como el eslabón que unifica no hay riesgo institucional”. Massa podría ocupar ese lugar, pero hasta ahora no ocurrió.
“Massa es un ministro de Economía que tiene una función muy complicada que necesitamos que le salga bien. El problema no es si le sale bien, el problema es si le sale mal. Mejor tener a Massa competitivo en el 2023. Hay que ayudarlo a Sergio a que le vaya bien”, sostuvo un funcionario con acceso diario al despacho presidencial.
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