A menos de dos meses de la elección presidencial, el Gobierno de Mauricio Macri comenzó a bajar una de las primeras banderas que levantó su administración cuando alcanzó el poder y aún flameaba indemne a pesar del resultado de las PASO.
Recién llegado a la Casa Rosada, la gestión de Cambiemos desarmó sin sobresaltos el cepo cambiario kirchnerista.
Este domingo, sin embargo, comenzó a desandar ese logro inicial con la orden al Banco Central para que autorice la compra de divisas y las transferencias fuera del país.
Es una medida defensiva. Macri parece dispuesto a trastabillar en la política, pero no a la diáspora de dólares en los bancos ni a una volatilidad extrema de la divisa, que a su vez multiplica la presión sobre los precios.
La decisión oficial se conoció con el acompañamiento que llevan los anuncios en tiempos de crisis. El Gobierno publicó hoy una edición especial del Boletín Oficial tan solo para publicar una norma. Se trata de un decreto de necesidad y urgencia firmado por el Presidente, pero seguido por todos sus ministros. De las dos páginas y media por las que se extiende la norma, la mitad está dedicada a explicar las causas que condujeron a esta situación.
El primer motivo es «la incertidumbre provocada en los mercados financieros» por diversos factores que «impactaron en la evolución de la economía argentina», algo que llevó a adoptar «medidas extraordinarias».
La norma busca controlar el ingreso y el egreso de dólares. Lo que para Cristina Kirchner era una virtud, para Macri es un estigma
La prolija prosa técnica bien puede ser reemplazada por una narración que se adentre en el fango político argentino. Desde la mirada oficial, la «incertidumbre» lleva el nombre de Alberto Fernández, candidato presidencial del Frente de Todos, que comenzó la última semana acusando al FMI -el principal acreedor del país y también quien tiene los US$5400 millones necesarios para cubrir el programa financiero hasta diciembre- de causar la crisis y la terminó diciendo que el país estaba en default.
Sin eufemismos para hablar de economía tras la derrota en las urnas, el Gobierno reconoce en la norma difundida hoy que «es necesario adoptar medidas transitorias y urgentes para regular con mayor intensidad el régimen de cambios». En otras palabras: controlar el ingreso y el egreso de dólares. Lo que para Cristina Kirchner era una virtud, para Macri es un estigma. Se puede entonces tomar dimensión del costo personal que para cada uno de los firmantes conlleva el DNU.
El lenguaje es plástico en las instancias de la escritura, pero también de la lectura. Sobre la tierra de la «regulación» cambiaria se puede construir una frontera laxa o el muro más fuerte, tanto para empresas como para personas. Una resolución del Banco Central deberá establecer en las próximas horas cuál es su composición. La primera aproximación es alentadora para el ahorrista: nadie estará limitado para sacar dólares de las entidades financieras.
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