Cultura
Por Luis Bogado (*)
En este tiempo histórico de crisis mundial por la que está atravesando la humanidad y en la que los grandes héroes, entre tantos anónimos, son el personal de sanidad, médicos, enfermeros y una larga lista de especialistas en medicina que están en las trincheras en primera fila, el Museo de Bellas Artes “Dr. Juan R. Vidal” nos invita a contemplar y reflexionar esta pintura del artista italiano Roberto Fantuzzi, del año 1925 “La Conferencia del Dr. Speroni”, obra que integra su patrimonio y fuera donación del retratado, Dr. Speroni.
El arte y la ciencia se relacionan íntimamente y su estrecha relación se ha plasmado en innumerables obras de arte cuando las epidemias han azotado a la humanidad. Ambas actividades son consecuencia del intelecto y se nutren de un fondo común: el Humanismo. Este puede considerarse un enfoque para interpretar las obras de arte que la creatividad humana nos ha dejado como legado universal. Encontramos ejemplos a lo largo de la historia, en las civilizaciones de Egipto y Mesopotamia, en el arte griego y, destacándose aquellas pinturas más icónicas como “La lección de Anatomía del Dr. Tulp” de Rembrandt Van Rijn, “La Medicina” de Gustav Klimt y más cercano, en la pintura del artista uruguayo Juan Manuel Blanes “Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires», obra aclamada y polémica en su tiempo, exhibida en su presentación en el Teatro Colón y concitando el desfile incesante de visitantes por su crudo y fuerte realismo sobre esa epidemia.
Grandes genios del arte como Leonardo Da Vinci o Miguel Ángel Buonarotti han realizado estudios precisos de la anatomía humana legando a la humanidad la perfección en el dibujo, esculturas y pinturas, perdurando por cientos de años como verdaderos estudios científicos de referencia. También en los miles de retratos de todas las épocas la medicina moderna puede escudriñar patologías que denotan esos cuerpos.
Fantuzzi, especializado en obras de este género, de los cuales podemos registrar varias en Europa y Sudamérica, después de asistir a la Academia de Bellas Artes en Florencia, pasó períodos de perfeccionamiento en Roma y París, pero también en España, los Países Bajos y el Reino Unido. Pintor versátil, se especializó en retratos y, en particular en el retrato colectivo, con grupos de personas tomadas de la vida, perfectamente reconocibles, estudiadas una por una, con una voluntad y paciencia verdaderamente minuciosas.
Detengámonos en la obra de Rembrandt para realizar un paralelismo con la obra de Fantuzzi, válida también para otras de su autoría. En ambas encontramos similitudes en la disposición alrededor de un cuerpo sin vida en uno, y de una mujer enferma en otro, siendo ellos el centro mismo del relato pictórico como así también la figura de los médicos que aglutinan a sus discípulos alrededor.
Personajes reconocibles todos, por encargo del comitente, y a los que la historia los registra con nombre y apellido. Observamos el clima de intensa atención en rostros que deberán lidiar con diversas enfermedades. La disección y la observación científica de patologías son fundamentales en esta ciencia.
Estéticamente las masas de figuras se distribuyen con tal equilibrio al igual que las direcciones de las miradas y el uso magistral y único de la luz en la obra de Rembrandt, donde el cromatismo de las carnaciones distingue la vida de la muerte. En la de Fantuzzi en cambio la escena muy iluminada reverbera en los blancos guardapolvos con luces puntuales en la cama donde yace la enferma, cuya mirada hacia un lejano y desconocido objetivo parece desmaterializarse de la escena.
Roberto Fantuzzi nació en Reggio Emilia, 1899 y murió en Caracas en 1976. En 1918 se mudó a América del Sur, donde vivió durante casi veinte años, trabajando principalmente entre Argentina y Uruguay. Un gran óleo sobre lienzo que representa a los miembros de la Sociedad Uruguaya de Pediatría en 1924 se remonta a este período y se conserva en la Biblioteca de la sede de la Sociedad en Montevideo. Una editorial argentina reproduce algunos de sus retratos colectivos en postales, contribuyendo a la popularidad del artista.
A principios de la década de 1930, el ortopedista Vittorio Putti se reunió con Fantuzzi durante un congreso en Argentina y lo invitó a Italia, adonde el artista regresaría durante más de una década, desde mediados de la década de 1930 hasta 1947. Numerosos retratos de famosos médicos y cirujanos italianos de la época se remontan a este período, incluido el propio Putti en Bolonia, Alessandro Lustig en Florencia y Mario Donati en Milán, así como los retratos de algunos Papas, Pío XI y Pío XII, luego reproducido en miles de copias, repartidas por todo el mundo católico.
También durante sus estancias romanas, Fantuzzi trabajó en una serie de pinturas que representan a algunos jefes del Policlínico Umberto I en Roma, rodeados de sus alumnos, durante una lección u operación quirúrgica: todavía se pueden admirar en los respectivos pabellones del hospital romano retratos de la clínica Cesare Frugoni, del Dr. Aldo Castellani, el cirujano Roberto Alessandri, el ginecólogo Ernesto Pestalozza y el ortopedista Riccardo Dalla Vedova. En 1940, Fantuzzi se casó con Haydée Bocci, quien lo seguiría constantemente en sus viajes. Es digna de mención la serie de pinturas sobre la Segunda Guerra Mundial.
En 1947, la Familia Artística Reggiana organizó una exposición con más de 100 obras del pintor que logró un gran éxito. Ese mismo año, Fantuzzi se radicó en Argentina, donde vivió durante cinco años, antes de mudarse a Caracas, Venezuela, donde vivió hasta su muerte en 1976. En Venezuela, la popularidad de Fantuzzi aumentará aún más hasta obtener la ciudadanía honoraria. En los últimos años de su vida también realizó retratos de dos presidentes de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson y Richard Nixon, y de algunos de sus familiares.
(*) Director del Museo de Bellas Artes “Dr. Juan R. Vidal”
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