A medida que crece el nivel de consumo en las sociedades, crece también la cantidad de residuos que producen.
Para garantizar un estilo de vida sostenible que no hipoteque el de las generaciones futuras es necesario aplicar una política consistente frente al tratamiento de estos residuos.
La máxima ecológica de las tres erres persigue generar una conciencia sobre el consumo responsable y el tratamiento de la basura que se basa en tres actividades: reducir, reciclar, reutilizar.
1 Reducir el consumo de acuerdo con la necesidad. Se trata de evitar la compra de productos superfluos que responden más al capricho y al impulso que a una necesidad real; de optar por los envases grandes en lugar de un gran número de envases pequeños que conformen la misma cantidad de producto; de evitar el usar y tirar que supone un derroche de envases.
Además de los productos tangibles, también implica reducir el gasto energético innecesario. Graduar la temperatura del aire acondicionado y la calefacción hasta niveles razonables, prestar atención a las etiquetas energéticas de los electrodomésticos que se compran, desenchufar los aparatos que no se utilicen, maximizar las cargas de lavadoras y lavavajillas y, en general, vigilar la eficiencia energética en los hogares.
2 Reutilizar implica otorgar una segunda vida a los productos que se desechan después de un primer uso. A veces, los productos mantienen su función, como cuando se conservan las botellas, botes o envases para almacenar algo distinto a lo que contuvieron originalmente.
En otras ocasiones, los objetos adquieren otras finalidades distintas a aquellas para las que se concibieron. Esto ocurre, por ejemplo, con las cajas de madera que se transforman en estanterías o asientos, las botellas que se convierten en lámparas o vasos, y en mil transformaciones en las que la creatividad se aplica para satisfacer una necesidad nueva.
3 Reciclar existe un tratamiento diferencial de los residuos. El vidrio se puede reciclar hasta cuarenta veces, el plástico se puede fundir para generar nuevos objetos, y el papel se puede transformar en nuevo papel o cartón. Los residuos orgánicos se pueden transformar en compost, simplemente enterrándolos hasta que se descompongan en un abono de alta calidad.
La separación de la basura en los hogares, entre residuo orgánico y los citados, y su depósito en el lugar adecuado, permiten un tratamiento distinto de cada tipo de basura, y un aprovechamiento máximo de las oportunidades de reciclaje de cada material.
4 El aceite usado merece una mención especial por su capacidad contaminante. Lo peor que se puede hacer es arrojarlo por un desagüe, porque no sólo daña el agua con la que confluye, sino todas las especies que entran en contacto con él. Lo ideal es ‘convertirlo en’ jabón. Si no se dispone del tiempo o los materiales necesarios, siempre existe la posibilidad de llevarlo a alguno de los puntos de recogida gratuita que ofrecen los ayuntamientos.
5 Los medicamentos caducados o en desuso deben ser depositados en los contenedores especiales que hay en las farmacias. Algunos de ellos, como los antibióticos, los analgésicos o los derivados hormonales, dañan gravemente la fauna y la flora, y contaminan el agua y la carne de los animales destinados a un consumo posterior.
6 Las bolsas de la compra suponen un desperdicio diario. Calcula la ONU que en 2050 en los océanos habrá más plástico que peces, y todas las aves marinas habrán comido de ese plástico.
Entre los objetivos de la Unión Europea, está el de reducir en un 80% el consumo de bolsas de plástico que los comercios entregan con la compra. Se estima que cada europeo utiliza hasta 238 bolsas de este tipo cada año. A partir de 2018 todos los países de la Unión estarán obligados a cobrarlas a un precio mínimo fijado, como medida para reducir su consumo. Con esta medida, y la obligatoriedad de lanzar campañas de concienciación, se pretende que los ciudadanos se acostumbren a salir a hacer la compra con su propia bolsa, para evitar consumir otras innecesariamente.
7 La ropa usada también tiene un papel destacado entre los residuos. Cada año se desechan toneladas de tejidos. Su reducción comienza por una política de consumo correcta: mucha de la ropa se tira porque pasa de moda, o porque ya no apetece llevarla. Existen dos formas de alargar su vida. Una, transformarla en otro producto, como bolsas o paños de cocina. Otra, depositarla en los contenedores adecuados para que llegue a personas sin recursos. También las principales cadenas de ropa, como Zara o H&M disponen de contenedores y ofrecen vales de compra a cambio de las prendas depositadas.
Algunas compañías trabajan en la creación de nuevas vías de reciclaje. Japón Planificación Industrial (JePlan), por ejemplo, lleva desde 2010 transformando la fibra de algodón de la ropa usada en etanol, como alternativa posible al petróleo.
8 La basura electrónica crece vertiginosamente en la era digital. Los móviles, las neveras, los televisores rotos corren el riesgo de terminar en montañas de basura en algún punto de África. Para luchar contra esta forma de contaminación es importante comprar productos de marcas que no fomenten la filosofía de usar y tirar, que fabriquen productos duraderos y que se opongan claramente a la obsolescencia programada. Y es fundamental depositar los residuos en el lugar adecuado, siempre después de haberse asegurado de que la reparación no es posible o conveniente.
Fuente | futurosostenible.elmundo.es
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